viernes, 7 de junio de 2024

Escribiendo en un diario creativo


Mi muro en el estudio


Una página de mi diario creativo

Hace un par de meses comencé a escribir y decorar mi primer diario creativo. Ya antes había llevado diarios a modo de catarsis, para alivianar mi mente de tantos pensamientos, que no quería conversar con nadie, solo conmigo mismo. Este año gracias al consejo de una buena amiga ilustradora, me subí en el tren decorativo. Tenía en mis cajones todo lo que necesitaba, solo me faltaba algo, y eso era, constancia.
El primer paso era buscar una libreta que me gustara; sabía desde el primer momento que no sería una llena de dibujitos bonitos, de hecho en mi último viaje a Japón, quedé enamorada de toda la clase de libretas que existían. La gama era infinita, no solo en material, sino también en formato. Al final no compre ninguna. Es curioso, pero el amor por un objeto debe llegar súbitamente, pero en medio de tantas libretas, lo único que llego, fue demasiado agobio por exceso de información. Regrese a casa de aquel viaje y un día en una librería, me paré frente a las “agendas de abuelito”, esas simples por fuera y por dentro, ahí encontré lo que tanto había buscado.
Saque todas las pegatinas que había adquirido, papeles, goma y demás. Estaba preparada para desbordar mi creatividad, pero entendí, que ahí también existe el pánico de la hoja en blanco. 
Hasta aquí por hoy, otro día les sigo contando este viaje entre papeles y letras.